Y vuelta a comenzar con el diario de Marmotas

Aquí estamos, el marmoto y la marmota separados por 15000 km. Como estaba planeado, el 17 de enero el marmoto tomó un vuelo desde Haneda a Londres, y de Londres a Madrid. En total, tardó desde casa al hotel en Madrid, 24 horas. Con varias horas de espera antes del vuelo en Tokio, luego en Heathrow, Londres, y en Madrid, esperando las maletas.

Hay 9 horas de diferencia entre España y Japón ahora. Eso hace que cuando el marmoto se acuesta en España, la marmota se levanta en Tokio. Y cuando el marmoto se levanta, ya es por la tarde en Japón, y hay que trabajar, y no pueden coincidir casi nada. Así, que han pasado de estar todo el día juntos a casi no poder verse ni coincidir en el horario, ni nada. Es muy duro, muy pesado, de nuevo la distancia, de nuevo Zoom, Line, todo remoto.

Hace frío, bastante frío en la casa de mi madre. Es una casa muy muy grande y calentarla entera es complicado y carísimo. La diferencia con la vez anterior del confinamiento es que estoy con mi madre. Estoy echándole una mano, y simplemente estoy con ella, tratando de hacer vida normal.

En esta época de coronavirus no parece que haya margen para la vida normal, para visitar a amigos o familiares. Ni en España ni en Japón. Esta vez, este viaje puede ser el último durante mucho tiempo, ya que los vuelos, y el viajar entre países parece que se complicará y será únicamente para los vacunados, que tengan algún documento que lo certifique.

Esta ha sido una oportunidad de volver a ver a mi madre. Y de compartir unos días con ella. La marmota no pudo viajar, las complicaciones por la entrada al país hace que no sea fácil moverse. 

Sigo pensando en el vuelo de regreso, en que pueda regresar, haciendo el PCR otra vez más, y luego otro más en el aeropuerto de Japón y en los problemas en las aduanas, y demás. Se complica todo mucho. 

El marmoto solo piensa en volver con la marmota. Una vez más.

Una vez más, vuelve a escribir el diario de Marmotas.

Vale.