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Los vuelos... van y vienen

Nosotros, las marmotas, tomamos muchos vuelos, por haber vivido en muchos sitios, y también por trabajo estamos más o menos acostumbrados a volar. Por ello, como cada año teníamos planeado un viaje en marzo de Japón a España. Yo, el marmoto, iría a ver a la familia y a la oficina de madrid, y de paso a ver a algunos amigos, y mi mujer, la marmota, iría una semana después, por sus trabajos en Japón, y se reuniría conmigo y asistiría a una conferencia de interpretación en Alcalá de Henares, cerca de Madrid.

Mi vuelo era para el 15 de marzo, el de mi mujer para el 23, y la vuelta juntos para el día 30.

Sencillo, ¿verdad? Pues se complicó.

A mi madre le iban a operar, a finales de febrero, así que yo llegaría 15 días tras la operación, y verla recuperada, pero pensamos en ir algo antes, pero el ir antes podría preocuparla por pensar que era una operación de mucho riesgo. Pero las cosas se complicaron con el virus, el coronavirus. Comenzaron a cerrarse países a los vuelos de Japón, ya que era uno de los primeros países afectados, y teníamos miedo de que no nos dejaran entrar en España, así que cambié mi vuelo del 15 de marzo al 29 de febrero. Ok, eso daría tiempo a que si me ponían en cuarentena en España o yo mismo me ponía en auto cuarentena tuviera tiempo de acabarla y pasar unos días con la familia hasta la vuelta el día 30.

En esa última semana de febrero hubo otro nuevo cambio, la operación se modificaba por otra de mayor importancia y de urgencia. Yo llegué a madrid al día siguiente de la operación y ese mismo día también permitieron a mi madre salir del hospital.

Pero me quedé en auto cuarentena en hoteles, y los días pasaron, y la situación se volvió más complicada con el virus. El vuelo de la marmota fue cancelado, y eso fue mejor ya que le devolvieron el dinero, y no se quedaría fuera de casa.
Una vez decretado el estado de alarma yo no podía estar en hoteles, y mi hermano me dejó su piso. Pude ver a mi madre y acompañarla a las curas. Y entonces Japón empezó a restringir la entrada en el país, bloqueando visados, y no permitiendo la entrada de gente desde Madrid, etc... en ese momento cambiamos mi vuelo del día 30 al día 19 de marzo, pero el día 18, de improviso, el gobierno japonés endurecieron la entrada en Japón, y no nos sabían responder desde las embajadas ni desde la aerolínea si podría entrar en Japón. Cancelamos el vuelo, y me quedé sin vuelo de vuelta, pero recuperamos el dinero. Podría acompañar a mi madre a las curas y a la cita con el médico que le dio la buena noticia que lo habían cogido a tiempo.

Yo llevaba más de un mes en Madrid, aislado, sin apenas contacto con nadie, y ya era hora de volver con la marmota, que me esperaba sola en Tokio. Reservé vuelo el 2 de abril con KLM para el 10 de abril! En pleno viernes santo, ya casi no quedaban vuelos, ni vuelo de Iberia, ni de JAL, ni de otras muchas. Y el día 3 de abril me cancelaron el vuelo... cambiándolo por otro para el 17 de abril. ¿Volaré entonces? Nadie lo sabe.

Otras dos semanas más. En confinamiento. Lejos de mi hogar. Porque para el marmoto, el hogar es la marmota.

“Más vale pájaro en mano que ciento volando”「明日の百より今日の五十」


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